Daño Cerebral Adquirido
El daño cerebral adquirido es una de las principales patologías que trata desde la unidad de Neurorrehabilitación. Es un problema de salud de primer orden, puesto que además de ser causa de mortalidad, constituye en países industrializados, la principal causa de discapacidad del adulto precisamente por los déficits neuromotrices, cognitivos, neuropsicológicos y sensoriales que puede producir.
El Traumatismo Craneoencefálico (TCE) es la primera causa de mortalidad y discapacidad en adultos jóvenes (16-24 años) y el Accidente Cerebral Vascular (AVC) la 2ª causa de mortalidad en los países con altos ingresos y la principal causa de discapacidad en el adulto.
La incidencia anual y prevalencia del daño cerebral adquirido ha experimentado un aumento importantísimo en los últimos años y sigue en continuo crecimiento.
Estas patologías conllevan un elevado coste económico y social, por tanto es necesario optimizar los recursos utilizados en el DAC e instaurar tratamientos precoces en las fases iniciales que siguen lo más eficiente y eficaz posibles siguiendo unas guías de práctica clínica específica..
La RHB de los pacientes con patología neurológica (ya sea daño cerebral adquirido, patología degenerativa, etc.) es un proceso limitado en el tiempo y orientado por objetivos, que tiene como finalidad minimizar las secuelas de la lesión neurológica, monitorizar la evolución , prevenir las complicaciones secundarias, preservar las estructuras y funciones y conseguir la máxima capacidad física y funcional posible en cada caso, facilitando la independencia y la reintegración en el entorno familiar, social y escolar/laboral e incluso en las actividades de ocio y deportivas .
Son procesos que incluyen:
- La evaluación para determinar cómo debe enfocarse la rehabilitación
- La planificación que incluye el desarrollo de objetivos realistas y relevantes para el paciente y su familia
- Las intervenciones que deben ser medibles, que se puedan cumplir y limitadas en el tiempo para obtener los objetivos fijados
- La evaluación de la intervención